En
los últimos años ha estado de moda el combinar política con espectáculos y más
si se trata de la formula: político + actriz/cantante; respecto a ello surge
inevitablemente la necesidad de reflexionar sobre esta supuesta dicotomía (público-privado).
Basándonos en Laclau esta relación puede debe ser vista como una frontera inestable que constantemente es atravesada, en la que la autonomía personal incorpora
planteos públicos; Si nos inspiramos
en esta definición inevitablemente cabe
la siguiente pregunta ¿Una relación amorosa/amistosa atraviesa la autonomía
personal para volverse un asunto de interés público? Es más, si quisiéramos
abordar lo público y lo privado desde otro punto de vista –que incluso resulta
contrario al de Laclau- podríamos recurrir a Richard Rorty cuando define lo
privado como nuestras obligaciones hacia nosotros mismos y lo público a la
preocupación por los efectos de dichas obligaciones en los demás; nuevamente es
inevitable plantearse la siguiente pregunta bajo este diferente supuesto: ¿Una
relación amorosa/amistosa cuyas obligaciones conciernen a los involucrados
directamente tiene algún efecto sobre los demás? La respuesta a ambas preguntas resulta un
fundamento efímero pero válido al momento de replantearnos el por qué NO debe
ser de interés público una relación de orden privado.
¿Qué
tanto nos importa si X o Y actor político tiene una relación con X o Y
celebridad? ¿Qué tanto aporta al debate político si X o Y actor político le va
a X o Y equipo de futbol? En efecto nada, pero tampoco podemos ser ingenuos, la
cultura política mexicana combina ciertos rasgos de dominación tradicional
y carismática, por lo que aspectos tan
superficiales pueden influir con mayor fuerza en las simpatías que aquellos
otros aspectos como la educación o la honestidad.
Lo
curioso de nuestra incipiente y limitada democracia reside en que los asuntos
de orden privado (relaciones amorosas, eventos familiares, filias y fobias
personales entre otros) de ciertos actores políticos permean e incluso llegan a
influir en el ámbito público y la ironía reside nada más y nada menos en que
muchos asuntos de importancia pública parecen más un asunto de orden privado
(las concertacesiones, los pactos, las alianzas partidistas y muchos otros
tantos asuntos) con lo que la tendencia parece invertirse: en México lo privado
importa que sea público siempre y cuando marque o parezca marcar tendencia
positiva a favor de cierta causa o persona o bien genere una curiosidad
superior la media, en cambio lo público en lugar de hacerse más público parece
evolucionar hacia un asunto privado, donde son los menos los que llegan a
conocer su verdadera naturaleza.
Al
respecto cabe reflexionar y plantearnos si nos importa más la vida privada o
los actos de la vida pública de un actor político, porque lo que es un hecho,
es que mientras el poder se ejerza de manera carismática y vertical, su actuar
(el del político) en la vida pública puede llegar a influir en dos dimensionas
en la nuestra: en nuestra vida privada y en la convivencia que tengamos en la
vida pública, así que ¡cuidado!, por más difícil que ello suene, la próxima vez
que vea un espectacular de alguna figura pública teniendo una celebridad a su
lado, pregúntese: ¿qué asunto de importancia pública dejo de hacer mientras
posaba?
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