En los últimos meses se han difundido
a nivel nacional varias noticias sobre personas a quienes se les negó atención
de urgencias en establecimientos públicos, sobre todo mujeres embarazadas. Estos
problemas llevan mucho tiempo ahí, pero no se había querido verlos, mucho menos
encontrarles una explicación profunda y solución.
La semana pasada se dio a conocer que
un grupo de senadores del PAN propusieron imponer una serie de castigos a los
trabajadores de la salud que se negaran a atender este tipo de urgencias, sin
embargo algunas de las penas propuestas ya están contempladas en el Artículo 469 de la Ley General de Salud, como
se indica a continuación:
Al
profesional, técnico o auxiliar de la atención médica que sin causa justificada
se niegue a prestar asistencia a una persona, en caso de notoria urgencia,
poniendo en peligro su vida, se le impondrá de seis meses a cinco años de
prisión y multa de 125 días de salario mínimo general vigente en la zona
económica de que se trate y suspensión para ejercer la profesión hasta por dos
años. Si se produjere daño por la falta
de intervención, podrá imponerse, además, suspensión definitiva para el
ejercicio profesional, a juicio de la autoridad judicial.
A propósito, respecto al traslado de
urgencias, la misma ley establece a través del artículo 55 que:
Las personas
o instituciones públicas o privadas que tengan conocimiento de accidentes o que
alguna persona requiera de la prestación urgente de servicios de salud,
cuidarán, por los medios a su alcance, que los mismos sean trasladados a los
establecimientos de salud más cercanos, en los que puedan recibir atención
inmediata, sin perjuicio de su posterior remisión a otras instituciones.
Es decir que cualquiera que presencie
una urgencia médica, debe procurar el traslado hacia el nosocomio más cercano
ya sea público o privado. En este mismo sentido y avocándonos al tema que ha
causado polémica, respecto a las urgencias en el embarazo, tenemos lo
siguiente:
Artículo 61.- (…) “La atención materno-infantil
tiene carácter prioritario” (…)
Por lo tanto, si fuera necesario
elegir a quién atender en primera instancia entre un grupo de pacientes, las
embarazadas en peligro tendrán preferencia.
Sobre los puntos anteriormente
expuestos debemos resaltar que uno de los grandes
obstáculos para la atención médica de la población es nuestro todavía desorganizado sistema de atención
prehospitalaria, que se compone de aspectos como transporte, comunicaciones,
capacitación, etc.
Con los artículos mencionados podemos
darnos cuenta que existe la legislación al respecto, pero se debe entender que los
métodos punitivos hacia los médicos,
por si solos, no cambiarán las fallas de
un sistema que involucra a muchos más actores. La salud de los mexicanos por supuesto depende también de quienes establecen las políticas
de salud, los que administran recursos, los que forman a los profesionales en
la materia, los que capacitan a la población para el cuidado de su salud y
obviamente los mismos ciudadanos.
Para que una mujer embarazada o
cualquier otra persona llegue a encontrarse en situaciones de salud tan
trágicas como de las que hemos tenido noticia, debieron haber fallado en
repetidas ocasiones más de uno de los integrantes del sistema que enunciamos,
atomizar la culpa en el personal médico es pretender “tapar el sol con un
dedo”, como si del incendio, se culpara a
los bomberos.
Uno de los problemas en el fondo de
esta situación son las complicadas
condiciones en las que laboran la
mayoría de médicos del sector público, que incluyen: sobrecarga de trabajo,
carencia de materiales, sistemas jerárquicos autoritarios e intransigentes y
procesos burocráticos ineficaces e ineficientes.
En lo que respecta a los cuestionables tratos que brinda una
parte del personal hospitalario a los
pacientes, es justo decir que ello también fiel reflejo de las condiciones
actuales de la sociedad en la que vivimos, las actitudes hostiles y la crisis
de valores en este grupo no ha sido la excepción y por tanto han ido en aumento.
Yendo un poco más allá, nos
preguntaríamos ¿Ha aumentado el
porcentaje de médicos negligentes? La experiencia parece demostrar que sí. ¿La solución es correrlos y cambiarlos por
otros?... Muchas veces nos encontraríamos con el mismo problema. Debemos
fijarnos más bien de qué forma y en qué condiciones estamos formando a los
futuros médicos en las facultades, incluso antes, desde la orientación
vocacional hacia cualquier carrera del área de la salud.
La
concientización
tanto de la población como de los involucrados en el sistema de salud sobre la
importancia de la prevención en un
sentido amplio y la atención oportuna
es la mejor arma para los grandes problemas de salud pública del país.
Todos, como sociedad, somos parte del
problema y parte de la solución, responsabilidad que nos exige hacer un
análisis serio de este y otros problemas.
Autor: Médico José Antonio Paulín Badillo
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