jueves, 25 de octubre de 2012

Reivindicar al ciudadano y no a la televisión


Una de las aportaciones académicas más importantes que se han dado sobre la televisión en el mundo, especialmente en México y América Latina la realiza Guillermo Orozco. En 1991 en su obra La mediación en juego. televisión, cultura y audiencias aborda, entre varios temas, el cuestionamiento a la televisión como medio omnipotente de significación social, las dos razones que da para apoyar dicho argumento son que la televisión no es la única institución social que legitima y significa la realidad tratando de poner en circulación sus significados preferentes; la otra es que los significados de la televisión no son monolíticos y unívocos sino que son polisémicos dado que son percibidos de múltiples maneras por una audiencia que a su vez es múltiple. Me parece pertinente citar esto, para exponer el título del presente escrito.

En los últimos seis años ha habido una disputa creciente entre un sector notable de la ciudadanía -exigente de pluralidad de la información por todos los medios posibles- y las prácticas institucionales de actores del ámbito público y privado que han obstaculizado la consolidación de dicha demanda. También se ha construido y se ha expuesto un discurso político desde la Izquierda en donde los medios de comunicación han modificado el curso electoral y configurado las relaciones políticas actuales a modo. El argumento es legítimo y válido pero no lo es en cuanto a verdad absoluta.

Los mexicanos tenemos un fetichismo creciente en cuanto a la figura presidencial como ícono imprescindible de cambio social y a la televisión como el medio por excelencia para retratar la realidad o bien para imponer un punto de vista, hoy más que nunca es vigente esa percepción dada las circunstancias.

No pienso abarcar en el presente análisis a la figura presidencial sino abocarme exclusivamente a reivindicar al ciudadano en potencia que tiene la capacidad suficiente para prescindir de la televisión como mediador absoluto de la realidad. La pelea que estamos dando desde las diversas trincheras de la sociedad civil no debe estar encaminada únicamente a la apertura de los medios existentes, no es un logro llegar y ocupar un espacio televisivo (como si en verdad fuera suficiente para cambiar nuestra realidad económica, política o social) en pleno corazón de un imperio mediático que nosotros mismos hemos engrandecido al darle el rol de el mediador de los relatos políticos y culturales de México, sería reduccionista afirmar que gran parte del cambio en México se dará desde una institución cuyo interés privado se encuentra por encima del interés público.
  
¿Los medios alternativos fueron suficientes?

En este sentido, el internet como circuito de comunicación ha llenado un vacío como una importante plataforma de construcción de medios alternativos y activismo político. Ha sido una herramienta que la ciudadanía ha usado para potenciar su convocatoria, para presentarse como alternativa de participación política y también para denunciar de manera masiva aquellos hechos, instituciones o personas que apelaban a los medios tradicionales como una ventaja irrefutable.

¿Es suficiente? Por supuesto que no, la realidad nos mostró en las pasadas elecciones que el internet marcó tendencia política pero no fue definitiva para el curso de la elección; los que todavía no son usuarios fueron comprados por un bien básico como lo fueron las despensas, dolorosamente la innovación de participación política a través de los medios digitales chocó de frente con las necesidades más básicas de una población vulnerable y susceptible de clientelismo político.

¿Fue la televisora la causante definitiva del triunfo de Peña Nieto? Realmente no, sinceramente sería darle demasiada importancia a un emporio que si bien ha influido abiertamente en la cultura del mexicano actual, no ha sido definitivo para la formación de opinión pública de los que hoy hemos renunciado a él o aquellos que están en vías de hacerlo, no fue definitivo al menos para poco más de 30 millones de mexicanos que no votaron al PRI.

La violencia estructural que vivimos en México es más grande que cualquier manipulación mediática, pudo más la necesidad que la convicción dirían algunos, pero la realidad nos marcó una conjunción de elementos, un caldo de cultivo que propició la llegada de un grupo al poder mediante antiguas prácticas clientelares, se juntaron la pobreza, la endeble cultura política democrática, la falta de educación y valor cívico, la corrupción en todos los niveles sociales y políticos, el duopolio televisivo, la desilusión cívica de la transición y un cambio prometido, el predominio de lo mediato, el miedo a la inseguridad y por consiguiente el aclamo de la mano dura, los intereses sectarios y muchos otros factores que favorecieron la llegada de un partido que se dice nuevo pero que tiene casi todo de viejo.

¿Qué hacer?

La estrategia de cambio político y social debe ser redirigida colectivamente en campo de “batalla” -por así denominar al espacio público en todas sus formas- tenemos que preocuparnos más por las fondos que por las formas, existen, más allá del ciberespacio, una ciudadanía en potencia que espera ser formada, existe también caldo de cultivo propicio para formar e informar ciudadanos necesitados de nuevas formas de hacer política y de nuevas formas de comunicación que hagan posible una integración de esos sectores a los que hoy tan airadamente les hemos reclamado por esos 500 pesos recibidos, la cuestión central es la humildad de reconocer que nuestro campo de acción local a la larga será más importante que lo que se pueda hacer desde el centro (como corazón político, cultural y económico del país), habría que evitar caer en el espejismo de empezar a disputar el poder presidencial en 2018 y trabajar en el hoy con aquellos sectores que se perfilan –queramos o no- a jugar un papel decisivo.   



1 comentario:

  1. Es curioso el planteamiento que haces, dado que desde mi campo, la comunicación, él recorrido latinoamericano ha pasado del estudio de los medios, a los estudios de recepción crítica, las mediaciones, la comunicación popular/para el desarrollo/alternativa y la educomunicación. Considero que para la gestión de proyectos ciudadanos que fortalezcan la resistencia pacífica y promuevan la resistencia intelectual y crítica, es fundamental la cooperación interdisciplinaria. En definitiva creo que los medios masivos de información no lo son todo, creo en el coeficiente comunicacional de las personas.

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